Mientras que en casi todos los países está prohibido cazar esta especie, así como a otros miembros de su familia, la caza de tortugas marinas continúa alrededor del mundo. Junto con otras tortugas marinas, la tortuga verde es atrapada intencional y accidentalmente en varias regiones del mundo. Previo a la implementación de varias medidas de protección, la piel de la tortuga era curtida y utilizada como cuero para elaborar bolsos, especialmente en Hawái. En la antigua China, la carne de las tortugas marinas era considerada una especialidad. Particularmente en esta especie, la grasa y el cartílago eran apreciados en la elaboración la sopa de tortuga.
En Indonesia, los huevos de tortuga son una especialidad culinaria en la isla de Java. Sin embargo, la carne de tortuga es considerada como Haram o «sucia» por la Ley Islámica. En Bali, la demanda de carne de tortuga para satisfacer la demanda en ceremonias y festivos religiosos ha fomentado la proliferación de criaderos de tortuga en las partes más remotas del archipiélago de Indonesia. Bali ha importado tortuga marina desde los años de 1950. La etnia balinesa no come los huevos, los cuales son más bien vendidos a los musulmanes locales. Los usos tradicionales de las tortugas en Bali eran considerados sostenibles, pero se ha cuestionado crecientemente esta práctica, considerando la mayor población humana y la mayor demanda. La crianza de tortuga para consumo en esta región es considerada una de las mayores del mundo.
Antes de la inclusión de las tortugas en la Endangered Species Act y en CITES, las granjas comerciales como la «Cayman Turtle Farm» en las Indias Occidentales las criaban para la venta comercial. Las granjas llegaron a tener más de 100.000 tortugas. Cuando el mercado fue cerrado como medida de protección, alguna de estas granjas cerraron y otras redujeron considerablemente su producción. Las granjas que han sobrevivido han sido transformadas en atracciones turísticas y albergan unas 11.000 tortugas.